San Valentín y el amor.
Llevamos siglos y siglos hablando de él, sufriendo por él, viviendo por él, cantando canciones, escribiendo poesías, haciendo películas, y después de todo nos seguimos equivocando porque el amor en si es imperfecto como uno mismo.
¿A cuántos de nosotros no nos han roto alguna vez el corazón?. Cuántas veces habremos jurado y perjurado que después de esta vez ya nunca más ibas a sufrir porque bla bla bla. Lo tenemos muy claro cuando estamos en caliente, cuando aun tenemos las rodillas ensangrentadas de habernos arrastrado por un amor que la mayoría de veces no merecía la pena.
Pero en cuanto ponemos la vista en la siguiente persona que creemos cumple todas nuestras expectativas se nos olvida. Porque el error más grande que se puede tener con respecto al amor es crearse precisamente eso, una expectativa.
La expectativa es lo primero que aparece antes que el propio amor y funciona así:
- Ponemos los ojos en alguien que nos parece atractivo físicamente.
- Intentamos resultarle atractivo a ese alguien.
- Nos llenamos de expectativas al creer que esa persona va a ser como nosotros queremos, ya que previamente tenemos la necesidad de que así sea porque ya teníamos un patrón pre diseñado.
Y NOS ENAMORAMOS. Ohhhhhhhhh, ¡qué ilusión!
Se lo cuentas a todo el mundo porque estás pletórico y quieres que se enteren todos de tu amor. Y lo cuelgas en el Facebook, y dices que tienes una relación y que estás enamorado, y durante ese breve espacio de tiempo eres muy feliz y tienes mariposas en el estómago y harías cualquier cosa por el otro, incluso conoces a sus padres ¡y hasta te caen bien!, e intentas mostrarle tu mejor cara a sus amistades. No te importa ceder con tal de que tu pareja esté feliz porque por algo ¡HAS ENCONTRADO A TU MEDIA NARANJA!
Pero en ocasiones la naranja se pone verdosa y le sale el temido moho. Esto pasa cuando te caes de narices en la realidad y te das cuenta de que la realidad ha superado tu expectativa y se ha reído de ella y de ti.
Y entonces te crees que la persona en cuestión ha cambiado y dices: «es que cuando empezamos no era así…»
Pero sí, sí lo era pero tú no lo veías ni lo querías ver porque estabas ahí disfrutando y revolcándote de placer en tu expectativa.
El amor de verdad llega cuando no lo necesitas. Si tienes necesidad es posible que cargues con lo primero que aparezca, como cuando vas a comprar al supermercado con hambre que cargas el carro con todo lo que empieza por cho- (chocolate, chorizo, chorradas).
Cuando disfrutas de tu libertad y de tu soltería es cuando realmente puedes conocer a alguien sin la maldita expectativa porque no necesitas nada y estás bien como estás y solamente dejarás que se acerque a tu vida alguien que te sume y no que te reste.
Porque el amor y la pasión son para gozar, para compartir, para entenderse, para respetarse, admirarse, ayudarse y si puede ser hacer planes de futuro, y si no pues para vivir el presente, pero siempre alejados de celos, posesiones y egoísmo. El amor tiene que ser libre. No tiene mérito tener un pájaro metido en una jaula porque el día que te dejes la puerta abierta saldrá volando casi seguro.
Sé detallista y no escatimes en decirle que le quieres o la quieres todos los días de tu vida.
El amor se va cuando lo das por hecho.
- Mándale una flor a casa o al trabajo. En la Floristería La Orquídea2 tienen cosas geniales y muy bien de precio.
- Cómprale un bono de depilación por láser en Terciopelos y dile que le quieres porque aunque sea un oso no es celoso.
- Celebrad juntos el día de los enamorados como os merecéis. Ya sabemos que San Valentín es un día de consumismo, eso está claro, pero también lo es la Nochebuena, la Navidad, el día del padre, el de la madre, carnavales, Halloween y hasta el amigo invisible. ¡Todo todo es consumo!, pero lo mejor de todo es que este consumo es con sumo amor.
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